En mi mundo todo
sería un disparate
incluso yo mismo.
Todo sería nada
y como nada es nada
lo que es no es.
Las noches serían
más largas que los días
y siempre más divertidas.
La poesía sería
la lengua oficial
de todos los poético-hablantes.
Lo que era finito
se convertiría en infinito
y lo infinito en infinitísimo.
La libertad sería obligatoria
y como se obliga
ya no es libertad.
La verdad estaría para tomarla
y no para darla la espalda
ante la bífida mentira.
Soñar sería gratis
y se daría incentivo
a los soñadores.
En fin,
que si tuviese la opción
de inventar un mundo nuevo
no se parecería nada a este.
Eternamente tuyo, Philosophia.
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