miércoles, 30 de noviembre de 2011

Que me perdonen los dioses pero hoy cargo contra ellos.

Fui sometido a la religión 
y por suerte desperté de tanta sinrazón:
Nací bajo la cultura occidental,
que te obliga a rendir culto al redentor.
Decidí desviarme del catolicismo
cuando abracé el budismo por compasión.
El maldito gordo no satisfacía mis necesidades
y pensé que convertirme al judaísmo era lo mejor.
Me imaginé como director de cine,
poeta, banquero o curandero.
Pero fallé en mi coronación judía
y escapé como pude de tanta enajenación.
Me acerqué al islamismo,
pero el suicidio aún no se presentó a mi casa,
así que lo rechacé por el momento.
Hablaronme del hinduismo como buena salida
pero tanta reencarnación me acabaría cansando.
Agoté todas las religiones posibles,
enfadé a tantos dioses como mujeres, 
desprestigié sacerdotes
y escupí en sus vestiduras...
Y es que no,
no quiero mayor fe que la razón 
ni mayor Dios que mi mismo.
Que si, mi señor, 
que ya se de tu bondad
pero he visto lo que haces en cada esquina
y no eres más que un puto enfermo.
Eternamente tuyo, Philosophia.


lunes, 28 de noviembre de 2011

Condenemos la falta de libertad.

Soy reo de un planeta que se autodestruye,
de una sociedad que se ahoga.
Condenado a una vida de anonimato
encadenado a un boli y un papel,
fui el elegido para alentar a una generación perdida
el orador cobarde de las masas
que escribe porque ya no habla.
Soy reo de un cuerpo de mujer
que me recuerda que estoy perdido.
Esclavo voluntario de un pecado
que día tras día cometo,
y del que nunca me arrepiento.
Soy reo de una causa perdida,
de una batalla ficticia,
de un libro sin final,
de un silencio sepulcral...
A veces me miro en un espejo roto
lloro y me confundo de planeta.
A veces lo veo todo insignificante,
a veces me creo gigante...
pero aún sigo encaramado 
a este cascarón que llaman cuerpo.
Soy reo de lo indeterminado
pagando por un pecado que olvidé
por un tiempo que ya poco me importa.
Soy reo
y creo
que aún puedo
porque debo
y espero
llegar a ser libre.
Eternamente tuyo, Philosophia.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Y al tercer día resucito.

Fui actor de una tragicomedia
de la que sólo yo desconocía el final,
fui esclavo en un juego de amor
del que escapé como pude y rodando.
Todavía hoy miro esa grieta en la pared
todavía hay goteras en mi casa,
y creo que es hora de llamar al reparador
pero el suicidio se presentó frente a la nariz.
Cientos de dioses acudieron a mi morada,
dicen que en el Olimpo sólo se habla de mi;
de cuándo venderé mi alma al diablo,
de cuando me erigiré inmortal...
Enviado a un mundo cruel
al que no me siento apegado,
condenado a sentir lo mismo
que todos esos que se hacen llamar humanos.
Transmito sensaciones
que van del amor al odio,
se lo cuento al boli mientras sangra,
porque ya no aguanta tanta bobada.
Cuando no se es posible ser feliz
pocos son los días de fiesta que te condecoren,
aunque todo este amor fue una estafa
mi alma enloquece con cada crujido.
Mi cama aún sigue chillando
y se que es por tu puta ausencia,
pero el alcohol y otras plantas 
de índole ilegal y antimoral
consiguieron mantenerme en pie.
El día empezó con un poco mas de vanidad,
pero acabará con la misma genialidad de siempre.
No es tan dramático, 
pero mantenerse en pie duele
si no tiene nadie en quien apoyarse
este genio tan vulgar.
 Y se que va siendo el momento
de recomponer todas mis cenizas,
y se que tengo las razones
y se que tengo los motivos
y se que tengo la capacidad
para escapar de esta cárcel de ansiedad.
Pero quizás de aquí no me quiero largar,
porque nunca llegué a entrar...
Eternamente tuyo, Philosophia.

martes, 22 de noviembre de 2011

Esos de los que hablan las vecinas.

Pertenezco a un grupo de descalabrados
que sale todas las noches a beberse la Luna
y hablar de ella a sus espaldas.
Solíamos ambientar un bar de mala muerte
en el que el camarero nos hacía guiños
para traficar con versos en la trastienda.
Cada viernes una chavala rubia
que rimaba palabras indescifrables,
nos amenizaba la noche
cantándonos por Sinatra
mientras un saxofonista de color
que había perdido su casa
por hipotecarse antes de lo debido,
nos emulaba a Charlie Parker.
La gente del lugar decía de nosotros
que eramos de esos francopoetas
que se hacen llamar los elegidos,
y a nuestro paso nos recibían
con "bastardos" y palabras de esa clase.
Yo casi siempre acababa vomitando
porque el síndrome de Sthendal lo llevo fatal
y el resto de cabrones se reían de mi
aunque ellos acaban por los suelos,
por el exceso de alcohol y
las pocas ganas que tenían de vivir.
Las resacas que golpeaban
con una buena ostia en la cara
a este grupo de infames
filósofos de una trascendencia
que se muerde la cola,
nos recordaban la mierda
en la que estábamos metidos...
ahogados en unos trabajos insípidos,
por los que ganar cuatro perras
que acaban en el tanga de una streaper
o en los bolsillos del traficante de versos.
Por ello salíamos cada noche
a brindar por los años perdidos
y a beber para olvidar
los que todavía han de llegar.
Eternamente tuyo, Philosophia.

¿Y a quién le echaré el muerto?

Me asaltó el otro día la duda
de cómo podrá ser mi muerte.
Y borracho de melancolía
y sediento de esperanzas
me puse a pensar:
Seguramente el día de mi muerte
será en domingo
para fastidiar a mis amigos,
y joderlos la resaca de siempre.
No creo que muera de viejo,
pues sería una muerte triste.
Tampoco será a los 27,
aunque algún Dios se empeñe.
No será muerte natural,
tampoco de amor, 
tampoco alguna enfermedad.
Será una muerte digna
de un poeta que ha perdido la fe;
alguna pelea de bar, 
algún tiroteo en un motel.
Tampoco será en la guerra
porque no,
porque ni patria ni bandera.
A mi pesar no será nada grandioso,
nada que deje huella,
nada que marcar en el calendario...
Yo moriré y no quedará nada
pero esto será eterno..
lo que hago, mi trabajo.
Eternamente tuyo, Philosophia.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Para ser príncipe hace falta un palacio y sangre azul.

Soy el redentor de otro mundo paralelo,
el eslabón perdido en la transcendencia del ser,
el futuro de un pasado muy presente.
Soy el efímero ingenio de un poeta urbano, 
el vértigo de un equilibrista borracho,
la rabia de un artista repudiado.
Soy el minotauro de un laberinto sin esquinas, 
el héroe de esparto anclado en el romanticismo, 
el renegado genio de esta puta lámpara.
Soy el despotismo ilustrado de algún malnacido,
la tristeza en los versos de un derrotado escritor,
la benevolencia de un Dios que no aparece.
Soy el "abracadabra" de un mago de pacotilla,
la esperanza que les queda a los republicanos, 
la agonía de un transeúnte de lo eterno.
Soy la ilusión de una pareja que empieza su historia, 
la monotonía que les aporta el tiempo,
el odio que precede a un "adiós".
Soy el Arjé de algunos desesperados,
el Cobain de los infelices del siglo veintiuno,
el hijo pródigo de una patria que aborrezco.
Soy un lugar recóndito en el que se refugian tus piernas,
el dolor de cabeza de los que buscan algo perdido, 
la flecha que a Cupido se le perdió.
Soy todo lo que nunca quise ser,
no soy nada de lo que soñé anoche.
Eternamente tuyo, Philosophia.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

Ideas que giran en torno a una idea.

Estaba tratando de recordar
una idea que tuve anoche,
me entró pereza de levantarme
y no la apunté.
Y ahora me rebano los sesos
pensando qué era eso que pensé.
Me acuerdo de que
era una buena imagen para un corto
pero ahí me quedé.
Y mientras pienso en esa idea
se me pasan por la cabeza
una serie de cosas:
Quizás me esté haciendo viejo
y sea verdad lo que dice el horóscopo de mi;
que soy un géminis frustrado,
enfadado y autodestructivo.
Y me pregunto si habré
llevado una vida buena,
o si la vida me ha llevado a mi.
Seguramente habrán sido
el alcohol, las drogas,
las mujeres y las romerías.
Y mientras trato de recordar
lo que pensé anoche
me doy cuenta de que
llevo una vida de mierda
y de que soy un poeta de mierda
entre copa y copa
entre falda y falda
y lo peor es que se que es así.
Todas estas ideas
se me pasan por la cabeza
recordando qué coño pensé anoche.
Pero me detengo y me digo:
¿Acaso se yo hacer cortos?
Eternamente tuyo, Philosophia.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Salmos politeístas de un creyente protestante.

A la madrugá cuando se viste de fiesta
para dejarme tranquilo un par de horas más.
A las notas desgarradoras que salen de un piano
y que consiguen destrozar el alma.
A los litros y litros de tinta que se mueren en la orilla
de un poeta sin inspiración.
A la putrefacción de un domingo de resaca
que me recuerda que estoy jodido.
A la mujer que se desnuda sin quitarse la ropa
y a la que me enseña su cielo de labios húmedos y carnosos.
A un vendaval cargado de aires nuevos
que anticipa la llegada de una musa.
Al brindis de dos copas de vino
y la posterior promesa de amistad eterna.
A la ignorancia de un chiquillo
que todavía pregunta cuándo llegará su padre.
A las borracheras de felicidad
que llegan cuando todo parece negro.
Al sueño que tengo de ver
un matrimonio homosexual entre la izquierda y la derecha.
A los versos de Neruda, compuestos por Cervantes,
amenizados por Quevedo y rubricados por Cela.
Porque vete tú a saber que sería
si todas estas cosas no participasen en la vida,
a eso, a todo eso, le rezo.
Eternamente tuyo, Philosophia.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Noches de ginebra y gelocatil.

Todavía recuerdo cuando me pasaba las noches
de taberna en taberna bebiéndome el olvido.
Salía cuando la cuidad se iba a dormir
y entraba muy pocas veces,
pues solía olvidar dónde cojones estaba mi casa.
Me arrimaba a rameras de profesión
por establecer algún tipo de vínculo
sin necesidad de hablar de algo en particular.
Se que siempre permanecerán jóvenes
pues ya saben que sus piernas son alas.
Y mientras yo me olvido
de que cada día soy mas viejo
su coño viene a recordármelo.
Acudía a garitos de ambiente para después
entrar en ese bar que tanto me gusta
en el que solo ponen Jazz de Coltrane
y poder hacer balance.
Balance de una juventud
que se conforma con lo vivido
y no tiene cojones para luchar por lo desconocido.
En el retiro de una noche que ya tocaba a su fin
hacía una penúltima parada en el local ese
en el que obligan a los camareros a vestir pajarita
aunque no sea Navidad, ni ninguna puta fiesta de guardar.
Me pedía un gin tonic y me fumaba un par de cigarrillos
haciendo tiempo hasta que llegue Dios
y como todas las noches entablemos conversación.
Intentaba ser elocuente y reirle las gracias
(por eso de que es el jefe)
pero sus chistes son muy malos
y alardea de un falso sibaritismo.
Además siempre me tocaba pagarle sus bloody mary
y salvarle los huevos en las peleas.
Con todo esto se me acababa la noche
y me volvía a casa
con la cabeza llena de sueños
y la cartera vacía.
Eternamente tuyo, Philosophia.

martes, 8 de noviembre de 2011

Querido diablo mundo.

Se que nada de esto es culpa tuya y que te han extorsionado hasta perder la noción del tiempo y acabar con la poca humanidad que albergabas. Todavía no es abril y no deja de llover en mi casa... créeme que esto me duele mas a mi que a ti, pero dimito como ser humano. Un mal incurable acecha mi espíritu libertino y se que tú eres el culpable, aún sin de ello darte cuenta. La mediocridad nunca ha sido conmigo, pero es el plato que sacia a los seguidores de tan burda religión, tu religión.
Se que nunca he llevado una buena vida, pero es que la vida conmigo no ha sido buena. Me he cansado de ver como progresas hacia el pasado acompañado de una saga de malhechores y rufianes que te venden con falso politiqueo y revistas de actualidad. El don o la manía de la que fui dotado es lo único que consigue sacarme adelante mientras la sociedad se ahoga en su propia ignorancia, arropada con televisión basura y cuentos de fama y dinero... Despotrican mierda en cada esquina y en cada plaza algún "elegido" me habla de tu fin, pero yo no me lo creo.
Ignoro qué mal he podido causar yo con mi caminar de pies de paloma por tu cuerpo de agua y arena, pero me prometiste un montón de cosas buenas y sencillas y a la par me aportarse una extraña facultad para no poder apreciarlas, una banal capacidad para no saber disfrutarlas.
Querido diablo mundo, yo no he podido cambiarte, pero tú a mi tampoco. Vale que cada vez me gusta menos la imagen que veo en el espejo, y que mi rostro empieza ya a ser poblado por arrugas indómitas que reflejan los surcos de mi intelecto, pero todavía te hace falta mucho mas para doblegar mis espaldas coralinas...
Recuerdo que antes lo pasábamos muy bien juntos, incluso llegué a querer ser inmortal, ya ves.. demasiados hombres pensando maldad han acabado con mi afán de casarme contigo. Al fin y al cabo esa idea no sería muy buena, tendría a la hipocresía de madrina mientras el que nos llevase las arras sería un niño condenado a la crueldad...
Querido enemigo, déjame en paz.
Eternamente tuyo, Philosophia.

sábado, 5 de noviembre de 2011

La divinidad de un Dios que no aparece.

Amigo, estoy introduciéndome en el mundo de las historias largas y las novelas, con lo cual voy a ir subiendo poco a poco capítulos de un libro que voy haciendo en los ratos libres que tengo. Espero que os guste, aquí dejo el primer capítulo:


La de Cnosos y el nacimiento.
En una época atemporal en un lugar inestable, condenado a la negación de toda su historia por la adversidad a la que la realidad estaba sometida, apareció una vez, hace mucho tiempo (aunque no sería adecuado hablar del tiempo en lugares de este tipo) un hombre dispuesto a todo, llamado a ser grande. Hablaría, y sus palabras serían escuchadas en este y otros mundos adyacentes a este. Su nombre era Alfa, y fue fruto del matrimonio entre Cnosos, un mercader que viajaba por el mundo diciendo vender perfumes y telares esmaltados, cuando en realidad traficaba con especias de esas que hacían a los hombres volverse locos y hablar de Dios, y La Canea, hija de un mercenario que logró amasar fortunas saqueando reinos vecinos y contrajo matrimonio (por una serie de circunstancias que no es conveniente citar aquí) con una hermosa infanta del reino de Kafkania  lugar en el que trascurrió la adolescencia y enseñanza del joven Alfa.
Poco antes del nacimiento de Alfa tuvo lugar un suceso que alejo al chico de su padre, fue una discusión que obligó a Cnosos a huir de la ciudad de Kafkania. La verdad es que el matrimonio entre los padres de Alfa no iba a buen puerto, y este suceso agravó aún más las cosas. La discusión vino precedida por las incesantes salidas que Cnosos realizaba al extranjero para “comerciar” y las grandes cantidades de oro que gastaba durante estos viajes. Tras uno de esos viajes Cnosos regresó a casa sobre un burro que lo traía inconsciente y apaleado hasta rozar la muerte; de ese incidente no llegó a soltar una palabra, pero Micenas, preocupado por la situación que su hija vivía se enteró de que esa paliza fue propinada por un grupo de matones de uno de villanos más peligrosos de la zona este de Micena, traficante de scripts, una clase de planta que ungida en la frente a modo de gasa provocaba en el hombre una dulce sensación de paz y tranquilidad, aunque también era un potente borrador de sentimientos. Así, Cnosos fue expulsado del reino ante la inseguridad que Micenas sentía hacía el bienestar de La Canea.
Después de este incidente nació Alfa, entre la cálida acogida del viejo Micenas, que largo tiempo llevaba ya esperando descendencia. El nacimiento del joven Alfa trajo mucha felicidad a la familia, y su Natvisná (una especie de comunión micena) fue celebrado por todo el reino con gran alegría.
Los primeros años de vida del joven Alfa fueron bastante tranquilos: recibió la mejor educación del reino, aprendió oratoria, lírica, matemáticas, astrología e incluso fue instruido para conocer la naturaleza. Tenía muchos amigos (algo lógico siendo el sucesor al trono de Kafkania) y se le sorteaban las pretendientas, pues, como siempre decía su madre, era todo un hombretón. Y lo era, ¡cómo que lo era! Alfa creció bajo una buena alimentación y sin vivir una estresante vida, lo que hizo que creciera sano, fuerte y listo, muy listo, lo ue sumado a su indudable  belleza, sin duda alguna heredada de su hermosa madre, La Canea, lo convertía en chico ideal para cualquier aldeana. Era un chico muy introvertido que amaba la escritura, sobre todo la poesía. Caminaba con un porte tranquilo y sereno, gustaba de dar largos paseos por el estanque de palacio y se pasaba horas y horas mirando las estrellas. Era lo que hoy día se conoce como un soñador.
Hasta que Alfa cumplió los 16 años él y su madre pasaban mucho tiempo juntos. Jugaban a una infinidad de juegos, reían, cantaban y saltaban con gran entusiasmo, su madre encontró por fin la alegría que Cnosos le había estado robando todos esos años.
 Poco después de su dieciséis cumpleaños Alfa comenzó a repudiar la compañía de su madre y se mostró más intimista. Dedicaba gran parte del día a escribir poemas, en el retiro del estanque.  Cuando su madre lo veía solo, con un trozo de papiro y una pluma escribiendo, no podía evitar soltar un par de lágrimas recordando cuando él tenía 5 años y se pasaban las noches enteras nombrando todas y cada una de las estrellas que veían en el firmamento.