¿Te has fijado cómo el mago
ha improvisado su truco final
con sudor inundando su ser
y con miedo en la mirada?
Yo sí que lo he visto.
Me gusta fijarme en esas cosas,
ya sabes:
la vulnerabilidad después de la corrida,
la superioridad de dejarlo entre tus labios,
el tráfico de felicidad de poesía de hachís,
los monstruos que aparecen cuando no se mira
debajo de las deudas al firmar los contratos,
el enmascaramiento precoz de las mentes débiles,
el verso y la prosa resbalando por tu mejilla.
La calle es la desorganización de la mentira
lanzada desde carros de fuego por los que mandan.
No tienen ni puta idea de que preparamos
un ejército de palabras capaz de cualquier destrucción.
Ya no sentimos los golpes porque comprendimos
a qué sabían.
Y era un sabor amargo de caretas bajadas.
La magia nunca muere aunque intentéis convercernos de ello.
Tenemos la esperanza a prueba de dogmas.
No pensamos volver a poner la otra mejilla,
hijos de puta.
Eternamente tuyo, Philosophia.
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