Esta noche la Luna presagiaba que no sería como las demás, no sería una noche de frustración provocada por la falta de inspiración... y es que desde hacía varios días que su musa le abandonó. No sabe si hizo algo mal, pues en eso de acabar con sus ángeles de la guardia él tenía experiencia... quiso tocar el cielo y le robó las alas.. Pero no, esta vez está seguro de no haber hecho nada malo, la adoraba, la daba cariño y la escribía versos de intrínseco sabor a gloria.
Todo iba como de costumbre, se expuso a una larga sesión de algo ilegal, tomó un par de cervezas que le aclarasen la mente y la vista y se fue a su dormitorio, junto a sus compañeros de viaje, a escribir... Y es que es así como conseguía sentirse libre en esta sociedad que cada vez mas y mas le ahogaba y amordazaba. Pero no... no todo iba igual que antes, sin saber como sus dedos comenzaron a escribir, escribir, escribir. Eran versos de los que él no tenía conciencia de estar creando, versos que no podía imaginar saliendo de su cabeza. Cuando finalizó tan tétrica escena se puso a leer su creación. No seguía un orden lógico, eran frases sueltas que hablaban de Jerico, del apocalispsis y de un extraño hombre que vivía, huraño, en la montaña. Este hombre parece ser que hablaba con Dios una vez a la semana, casi siempre los miércoles, y charlaban horas y horas sobre como iba el mundo, y que hacer para poner una solución a todo esto...
No podía creer nada de lo que estaba viendo, no sabía que estaba ocurriendo, pues su musa no apareció, en cambio si apareció una extraña figura larguirucha cubierta bajo un manto negro, la cual solo le miraba, riéndose a carcajadas.
Él volvió a dar una calada mientras el humo lo inundaba todo.. empezó a toser y toser, vomitar y vomitar.Esta vez no eran versos los que vomitaba, como tantas otras noches, no..era sangre. Y es que llevar una vida expuesto a las mas excéntricas enfermedades deriva en este final..
Como última lectura sus predicciones del final, como última imagen la de el hombre de la guadaña, como último anhelo la libertad del humo...
Así nos dejó nuestro pequeño genio, en el olvido en el que tantos otros sucumbieron... Que pena solo ser aves de paso...
Eternamente tuyo, Philosophia.