Dicen del destino que es azaroso, testarudo y envidioso... dicen que tiene muy malas pulgas, que es caprichoso y que todo se la suda.
Yo no puedo hablar mal de él, pues siempre me guía y me dice qué tengo que hacer. Puso una luz con cuerpo de mujer en mi camino, desde entonces le estoy eternamente agradecido...
Ya tendré tiempo de bajar a regar los infiernos, ya saben que cada dos meses o así siempre vuelvo. Pero no, ahora tengo otros compromisos entre manos, y no, no hablo de mi virilidad, no se alboroten hermanos. Hablo de quehaceres que van mas allá de mis narices, camuflados entre maquillaje y carmines. Menesteres que evocan a musas, y no, no de esas que fuman...musas de las de Shakespeare, de las que no vienen si no te lo mereces.
Y yo, arrastrado por mi embriaguez natural, la miro. La miro y tiemblo, no puede ser de otro modo.
Les hay por ahí que miran por encima del hombro, son los dandis con lamparones, lo que luchan por lo cómodo. Pero a todos esos, a todos los caballeros sin corcel, sin lápiz ni papel, solo les puedo decir, desde mi mas grata amistad, que no le ofenda mi buena voluntad: ¿En la vida de cuántas mujeres habéis sido importantes?
Eternamente tuyo, Philosophia.
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