lunes, 15 de agosto de 2011

Había una vez

Un escritor enfadado con su lapicero, un perro triste que se quedó sin dueño. Cien mujeres y ni un hombre a la vista, un viajante sin curiosidad en su mochila. Un alcohólico sin sed, un caballero sin espada, un secuestrador sin su rehén... Un fetichista sin liguero, un ratón sin su agujero, un boxeador sin ambición. Cuatro crímenes y ningún muerto, dos policías tras dos camellos, tablao sin cantaor flamenco.
Un instituto sin timbre de salida, un día que nunca termina y una noche que acaba cuando ya te animas. Poca inspiración entre las manos, humo que no te eleva y esa puta musa que nunca llega... Una amante que ya no escucha, como un domingo sin una ducha o como una cama que no se disfruta. Como cometer un pecado y ver que de verdad hay un Dios, como descubrir el truco de un gran mago, como ser un niño y no saltar sobre los charcos.
Adán sin Eva, paraíso sin manzana y esclavo sin cadenas. Derecha sin izquierda, rey sin trono y castigo sin su pena. Caballero sin espada, historia sin final y este reloj que nunca avanza... Como una reencarnación decreciente, un gol sin su celebración o un ludópata sin suerte.
Eternamente tuyo, Philosophia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario