domingo, 9 de octubre de 2011

La perversión del lenguaje.

Deja que este poeta de manos siempre frías se pierda en el laberinto de tus piernas durante un segundo prolongado en la eternidad de una noche de pasión. Que te toque sin tocarte y que te quiera sin decirlo.
Vamos a pasar del mundo y a regalarnos un millón de caricias, juegos que incitan a la excitación y mordiscos en el cuello.
Desgastemos el minutero del reloj con el roce de nuestros cuerpos y desgastemos las sábanas de mi cama mientras nos enredados en besos sin fin. Quemaré los poemas que no evocan tu sensualidad para así calentar mi virilidad mientras te desnudas.
Hazlo despacio para contemplarte en toda tu plenitud, hazlo rápido para no dejar tiempo a mi estúpida mente de perturbado. Grita, grita y chilla de placer y que les den por el culo a los vecinos, que nos dejen disfrutar de nuestro cielo en la habitación.
Ponte tú encima o me pongo yo, que no hay nada tan llevadero como las curvas de tu cuerpo, que nada se hace mas fácil como morderte con ese sabor tan prohibido...
Que si esta es la pequeña muerte yo quiero morir todos los días, que si esta es la redención de mis pecados seguiré siendo malo hasta desintegrarme.
Eternamente tuyo, Philosophia.

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