En tiempos tan difíciles como estos, en los que las sonrisas (no forzadas) nos salen a cuenta gotas y no tenemos apenas tiempo para el humor y la diversión quisiera hablaros de uno de los principales estimuladores del mundo, el deporte.
El deporte es un tubo de escape por el que desechar los malos humos de una época que nos atormenta. Con el deporte aprendemos en sociabilidad, respeto, educación, cultura. Aprendemos.
Notamos el dulce sabor de la victoria, pero a su vez nos enseñan que las celebraciones deben celebrarse con moderación y respeto. La derrota duele. Duele de verdad. Pero la derrota nos ayuda y nos impulsa.
Una de las principales arengas del deporte es aprender que si algo sale mal (o sale bien) es únicamente por nuestra culpa, es nuestra responsabilidad. Así se levantan países, y naciones.
El rival es tan digno como nosotros, merece todo nuestro respeto. El compañero es tan bueno como nosotros, merece jugar antes que yo siempre y cuando lo haga mejor que yo. Así es como se gana.
Así, quiero trasmitir a todos los deportistas del mundo que son un ejemplo (y privilegiados), no lo olviden.
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