miércoles, 11 de julio de 2012

A-paga.


Y cuando la gente protesta por las condiciones de vida a las que los ha arrastrado su querido presidente me dan ganas de tragarme todo mi respeto hacia el ser humano y gritar:
-¡No sean ustedes estúpidos! Vosotros los votaron, ahora no exijan que os devuelvan vuestra alma.
Si vivimos en un país en el que el rescate a los bancos es mucho más importante que el rescate a las personas, a-paga y vámonos, no hay salvación posible para nosotros. Y si mientras desfallecemos en cualquier acera que no sabemos si todavía es nuestra, nuestros políticos (esos sí que son nuestros, o nosotros somos suyos) siguen prometiendo utopías que se pierden en los laberintos de déficit que estas mismas llevan camuflados bajo sus escamas, de billetes.
Es posible que todo vaya mal, que nadie nos ayude y que Europa se hunda con nosotros, pero todavía nos queda una cosa por hacer: Todavía podemos salir a la calle, aún no nos han quitado ese derecho ilegítimo que obtuvimos en el momento que el primer chorizo metió la mano en el bolso de España. Salgamos a la calle, sin miedo. Ya no tenemos nada que perder, nos dijeron que la esperanza era lo último que se perdía pero también la hemos perdido. Ahora ya sólo nos quedan los modales, pero esos también podemos perderlos si soplamos todos a la vez contra la casa de ladrillo de esos cerditos que ocupan el Congreso.
Venga, empiezo yo primero.
Eternamente tuyo, Philosophia.

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