sábado, 30 de abril de 2011

Timor hostium

Philosophia,
Siento romper el método que seguimos, pero hay algo que me tiene atormentada desde que era pequeña.
Muy pocas personas lo saben, pero creo que es el momento de destapar mis miedos y abrir mi alma.
LA MUERTE
¿Cuándo tenemos la constancia de que eso existe? Desgraciada o afortunadamente en occidente desde pequeños se nos inculca que Jesucristo dio su vida por salvarnos, que después de la vida nos espera otra vida, que la muerte es la salvación…etc.
No tengo mucha idea de ello, pero según tengo entendido en la antigüedad el cielo estaba reservado para los dioses y el averno para los humanos, dioses oscuros, condenados… etc. El Averno no era algo malo, como hoy lo concebimos, era un lugar por el que todo mortal tenía que pasar a su muerte, y de acuerdo con los actos realizados durante la vida, te clasificaban en lugares, mejores o peores.
Al fin y al cabo nada ha cambiado desde entonces, las clases existen en vida y en muerte.
En el cristianismo, y por aquello de la bondad, vuelve a ocurrir lo mismo: si eres bueno, si no pecas, san Pedro con sus llaves abre las puertas del cielo, juntando allí a todo tipo de personajes y personas. Si has pecado, irás al infierno, donde el diablo te condenará por el resto de la eternidad.
Soy cristiana, me han enseñado esta concepción de la muerte, pero sinceramente, no creo en ella porque nadie ha venido desde el otro mundo para decirnos nada. No creo en el más allá, creo que la muerte es muerte. Creo que desde el momento en el que exhalamos nuestro último suspiro dejamos de existir como ente, para pasar a existir como recuerdo.
Esto me agobia desde que perdí a mi abuelo. Vive en mi recuerdo pero no en mi vida cotidiana. Sé que esto debería valer para sentirme afortunada pero no puedo sentir su calor, solo en mi corazón.
Tengo miedo de perder a los míos, y tengo miedo a mi propia muerte. Tengo miedo a que no me recuerden cuando ya no esté. No lo recuerdo todos los días, pero de vez en cuando lo pienso y me angustio. Creo que toda una eternidad me parecería poca para vivir todo lo que tengo que vivir. Quiero y deseo conocer miles de lugares, personas, costumbres, lenguas…
Infinitamente tuya, Sapientia

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