jueves, 9 de junio de 2011

¿Evolución o regresión?

Philosophia,
¿sabes? esta tarde mientras estaba preparando la prueba oral de francés, me he dado cuenta de muchas cosas, y me preguntarás por qué. El tema que me han propuesto (o impuesto) para mi monólogo era mi infancia.

No puedes hacerte una idea de lo mucho que me ha sobrevolado mientras estaba escribiendo cuatro apuntes en una hoja en blanco.
Cuéntame, quiero saber cómo fue tu infancia. ¿La recuerdas de manera agradable?, ¿hay algo de lo que te acuerdes especialmente?

Llámame imbécil (aunque lo haces a menudo) pero me acuerdo de cosas que de las que es imposible que lo haga porque apenas tenía uso de razón. Quizá mi mente despierta empezó a maquinar antes de tiempo… solo con decirte que empecé a hablar bien antes que a andar. La curiosidad, y siempre es la curiosidad es la que me mueve, y más que nunca cuando se es niño. Recuerdo el sabor del yogur que comí cuando fui por primera vez al Lago de Sanabria, recuerdo mi primera visita al Campo Grande, recuerdo la primera Barbie que me trajeron los Reyes Magos, recuerdo cuando mi abuelo me llevó por primera vez a un museo... todo son recuerdos visuales, pero el primero... el primero es un recuerdo sensitivo. Solo puedo decirte que no he vuelto a comer un yogur que tuviese el mismo sabor a fresa.

Lo que nos cuesta ubicar, cuando somos pequeños, la situación de nuestra propia nariz, y lo que lloramos cuando nos la quita un mayor. ¡Qué ilusos! Ojalá todos los problemas fuesen esos.
Lo peor de crecer es que papá o mamá ya no están a tu lado para resolverte el mismo tipo de problemas, el problema ahora es cómo salir de los que tú mismo te has creado.

Vivimos un mundo paralelo dentro y fuera de casa. En mi caso procuro que mis padres sepan todo (o casi todo) lo que hago. Siempre y cuando entre en unos límites razonables de decencia. Procuro no defraudarles y procuro seguir la línea marcada. A veces se hace difícil, y a veces seguirla se hace demasiado disciplinario, pero es lo que “he mamado”.

Sé que tú no sueles seguir normas preestablecidas, y me encantaría saber cuál es la sensación de no tener la presión de alguien que está constantemente detrás de tu nuca MIRANDO A VER lo que haces y evitándote las curvas. 
¿Dentro de casa sigues normas?,¿crees que es buena tanta sobreprotección?

A veces la presión que siento es demasiado fuerte pero no viene impuesta por mis progenitores sino por mí misma. He desarrollado una especie de bestia 2.0 que vive y actúa por mí. Que se pone metas y retos a veces inalcanzables, pero que hasta que no los consigue no para. Soy una máquina de querer alcanzar sueños…
Indudablemente tuya, Sapientia

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