miércoles, 14 de septiembre de 2011

De como hablar con Dios de cosas fortuitas.

La noche habló de balas que aún descargadas se te clavan en la piel, como hoy lo hace mi escritura, como mañana lo hará tú pincel... Un millón de dianas son unas pocas razones por las que me planteo seguir adelante, porque no podré acabar con todos, pero juro no caer solo.
Que hoy te voy a contar verdades hasta quedarme sin voz. Que de nada me sirve si te puedo escribir, y así a la libertad puedo culto rendir... 
¿Hay guerra en el infierno? Vamos, me voy contigo, que quiero volver a pelear entre gigantes y molinos. Los enemigos que nunca tuve, los amigos que nuca he querido...todo se materializa en el infierno en el que vivo.
La esquizofrenia que inunda mi mente me dice cosas al oído; que escriba por la justicia, que arengue a los malheridos...que nunca de espalda, que sea fiel a lo vivido.
En mi habitación no existe el tiempo, las mejores frases no se escriben y todos los días son invierno. Pero es donde mi alma se evade, donde mis manos se someten a la divina tortura y te acercan estos versos que te hablan de Dios. La música se escucha mejor, las palabras siempre tocan el corazón...
Y por eso, yo, eterno condenado a una dicha no tan buena como tentadora... la del escritor sin suerte, el sayón encaminado a la muerte por en mala mano el clavo haber querido atravesar...la del ludópata que busca en el mar el miedo a naufragar, la del perro maleante, el lazarillo traficante o la del niño castigado sin cenar...
Eternamente tuyo, Philosophia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario