miércoles, 4 de abril de 2012

Con llagas en los dedos.

¡No lo bajéis más,
no por favor 
que me muero!


Oyes a un hermano que grita
y que pide ayuda al cielo,
y tú, mientras tanto,
no puedes explicarte
cómo diablos puede 
caber por un hueco tan pequeño.


Pero Longinos cabalgará exultante
ante la mirada de los escépticos
que dijeron que por ahí no cabía.


Y cabe,
claro que cabe.


Suena La Lágrima 
pero ellos, los afortunados,
apenas pueden oír algo más
que no sea el chillar de la madera.


Ya está la cruz asomando por el corro
es el momento de máxima tensión,
en el que los mozos,
en una genuflexión casi idílica
lloran todas sus penas
a un Jesús que está ya muerto.


"¿Por qué te hicieron tan alto?"
preguntan las madres,acongojadas,
por ver a sus hijos con el paso
arrastrando sus manos en penitencia.


Mientras, los ancianos,
con más de mil procesiones 
a sus espaldas,
se enjuagan las lágrimas
y miran hacia otro lado.


¿No lo notas?
Se ha detenido el tiempo,
sólo un movimiento ligero
que saca el paso hacia corro
da vida a este momento.


Y llegará una nueva primavera
y las llagas de tus dedos
se habrán curado
para volverse a abrir
una vez más
y diez
y ciento.


Y volviendo a casa haces a tu padre 
la pregunta de todos años:
-¿Me habrá visto el abuelo, papá?
Y tú padre,
disimulando las lágrimas dirá:
-Pues claro que si hijo,
pues claro que si.
Eternamente tuyo, Philosophia.

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