Me he encendido un cigarro
y se han alejado,
los monstruos.
Como temiendo una rebelión amada
de mi sexo contra el tuyo
en una batalla perdida
(antes de empezar/acabar)
bajo las sábanas.
Viven debajo de mi cama,
creen que no me daré cuenta
pero los veo.
Y ellos me ven a mi
desquiciando amaneceres
que me pillan por sorpresa,
porque tengo ganas
de prender de una jodida vez
todo esto que constituye
mi alma y a la vez tu recuerdo.
Los muy cabrones
me roban los sueños por las noches
y me atracan la nevera,
porque hace tiempo se quedaron en paro
y la prostitución sigue siendo ilegal,
ahí abajo.
Quizás no sea tan mala idea
eso de prender todas mis ganas
y lo mande todo a la mierda,
empape la casa de alcohol,
y me encienda otro cigarro
para que se vayan de una puta vez,
los fantasmas.
Eternamente tuyo, Philosophia.
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