jueves, 26 de abril de 2012

Gigantes y cabezudos.

Hablamos de la existencia de dioses
porque tiene que existir algo, 
aunque sean de plastilina
y residan en una Luna
que se quedó sin oxígeno
por querer aspirar a más.
Siempre a más...
Dibujamos líneas entre los países
con un dolor tiza que no se va
ni con los años,
ni con las generaciones.
Nos hemos inventado colinas
y atemorizamos a nuestros pequeños
diciendo que detrás de esas colinas
existen unos monstruos capaces
de chuparte toda la sangre,
robarte la cartera
y aún así exigirte su parte.
Los atemorizamos y nos atemorizamos
porque sabemos que esos monstruos
que un día nosotros nos inventamos
han salido de nuestros torpes trazados,
han saltado esas colinas de odio,
y nos tocan los cojones.
Y nosotros nos dejamos.
Como esperando un jodido milagro,
almacenamos como hormigas sin sueldo
mierda y más mierda en nuestros corazones
hasta que llegue ese puto día
en el que todo esto reviente,
en el que reventemos,
y no queramos dejar nada para mañana.
Hablamos de revoluciones
porque tenemos que hablar de algo
mientras esperamos en esta jodida celda 
que hace tiempo construimos,
a que llegue ese gigante cabezudo
que nos quite los grilletes.
Eternamente tuyo, Philosophia.

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