martes, 26 de junio de 2012

Cansancio.

Dime que estás cansada de tener que mirarnos
y follarnos por los ojos,
porque ni tú quieres acercarte
ni yo quiero espantarte.
Parecemos dos extraños
que juegan a que no se aman
cuando en realidad se devoran por dentro.
Y te diré que yo también lo estoy.


Estamos tan cansados de no tenernos
que apenas recordamos por qué un día
nos enfadamos y nos mandamos a paseo
cuando sabíamos que acabaríamos así,
amándonos en secreto y por decreto.
Vagabundeo por las páginas del álbum de fotos
que me regalaste en nuestro primer mes juntos
-es acojonante la de fotos que nos hicimos,
y la sonrisa que tienes en cada una de ellas.
No puedo verte, pero quiero imaginar
que tú también lloras cada una de ellas
que entre los dos decidimos hacer en blanco y negro
porque era mucho más retro. O yo qué sé.


He vuelto a mancharlas de semen. Lo siento.


Lo mejor del dolor es saber disfrutarlo,
y por eso nos empeñamos en hacernos daño.
Todavía deambulo por mi -nuestra- casa
imaginando que tú estás conmigo
y que sólo has salido a por tabaco.


Puedes volver cuando quieras.


Qué te parece si firmamos un alto al juego
-al que nunca aprendí a perder,
y nos dejamos de historias sin finales
para inventarnos un principio a nuestra altura,
aunque tus tacones siempre se empeñaron en encogerme.
Sinceramente creo que voy a romper todas las paredes
que me separan de ti y de tu sexo
y me voy a presentar en la puerta de tu casa
como el más impresentable de todos tus errores
y decirte que tú eres la mayor de las fuerzas 
que no consiguieron tirarme al abismo de la locura.


Puedes pegarme cuando quieras.


El que yo haya sido algún año menos triste que tú
ha podido hacer que de algún modo que no consigo entender
tú estés mucho más cansada de no aguantarme y de no amarme.
Y te juro que tengo una vida de ganas
de levantarme del puto sofá en el que me estoy pudriendo
e ir a por ti
a mirarte a amarte
a cuidarte a tenerte.
Luego recuerdo lo cansados que estamos
y me vuelvo a revolcar en el sofá
a ver si echan en la tele algún programa
que no de tanto asco. Tanto como yo sin ti.


Pese a eso, 
si alguna vez llegas a leer esto
quiero que sepas que yo ya no estoy tan cansado
y que si soplamos juntos, me levanto de esta tumba.
Y que te quiero. No lo olvides nunca, ¿vale?
Eternamente tuyo, Philosophia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario