Cuando por fin decidimos
bajo mutuo acuerdo
acabar con nuestra relación
de espasmos y ataques,
de funerales y hospitales,
de resacas y otros domingos,
ella me pidió
que lo hiciésemos a su manera.
Sin trampas.
Y sin cartones.
Accedí,
porque si ella se cree una princesa
es porque puede y debe.
Eternamente tuyo, Philosophia.
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