Echaré veneno a los silencios
para que dejen de recordarme que soy mortal
y moriré en cualquier canción,
esparciré la arena de mil relojes
por el piso de mi habitación
para invocarte en otro aquelarre,
empaparé de pegamento los párpados
que no necesitan mis ojos saber
que esto es un sueño y nada más,
inventaré filosofías anarquistas
que al cabo de años de cultivada admiración
estallen como una carga de dinamita,
pondré trampas en cada una de las nostalgias
que despierta esta jaula de cristal
que el minutero del tiempo devora,
pintaré escalones en los muros de hormigón
porque paso de ser uno más de tantos
y quiero sobrevivir en el exilio de mi folio,
haré más grandes los agujeros de mis bolsillos
para aligerar el peso de mi cuerpo y alma
y elevarme. Marcharme. Contemplarte.
Y así quizás me libre del silencio
y de las arenas del tiempo y de los sueños
y de las religiones y de la tristeza
y de este puto mundo y de mi cuerpo.
Y me pire. Contigo, cariño.
Eternamente tuyo, Philosophia.
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