(16 de febrero de 2012)
Debemos impedir el fácil desarrollo de las cosas para que de su desastroso y acomodado resultado no puedan construirse más diques entre la raza humana y la libertad. La libertad humana pasa por la libertad social y racional del hombre, para lo que es necesario un mundo sin fronteras capitalistas.
Debemos conseguir la libertad de pensamiento individual, que nos permita utilizar nuestra razón de un modo coherente a la experiencia vivida y poder atribuir nuestra historia a la inferencia causal generada a lo largo de la HISTORIA.
En segundo lugar para conseguir la libertad pública de exponer nuestros pensamientos en asamblea y que quizás, con la aprobación popular, puedan llegar a ser considerados en referéndum. Con la consolidación de la idea del pueblo podremos derribar el muro intelectual generado por el desprecio fascista del pasado y por el aburguesamiento socialista de los tiempos "modernos".
A través de esta libertad intelectual o ideológica podemos extrapolar nuestra causalidad racional en ámbitos económicos, políticos, sociales e incluso religiosos. Mediante la filosofía podemos armar al pueblo de la carga explosiva suficiente como para hacer estallar el ideal monárquico de unos tiempos que han mamado demasiado del engranaje medieval-productivo.
Sometamos la producción al raciocinio de la experiencia del proletariado y abramos la economía social hacia nuevas puertas que permitan el control popular de la situación. Así, sólo así, lograremos la libertad proletaria.
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