martes, 14 de agosto de 2012

Sumideros.

-Ya nos veremos, dijiste
y entonces me arrepentí 
de habernos despedido.

Ahora me pregunto hasta si me he movido.
Sé que no, pero ya no estoy en el mismo sitio.
Tengo miedo, pero quién coño no está asustado
si hay noches en las que hasta los perros
creen en los fantasmas.

Nunca dejes que el corazón 
piense antes que la razón
porque de lo contrario 
estarás condenada al peor de los fracasos.

Te lo digo yo, que de fracasos sé un rato.

Así he llegado a este momento de mi historia
en el que no sé hasta qué punto
los días son demasiado largos.
Es decir, que estoy jodido y grandioso
más lo primero que lo segundo
y también viceversa.

Sólo quedan las palabras
colándose por el sumidero de los recuerdos
con el humo y la cerveza
-te juré que me pondría en forma
y estallando contra el suelo de las promesas
que hace tanto tiempo nos hicimos, cariño.

Aunque no te lo creas
desde la soledad de mi piso
todavía puedo notar cuando te tocas el pelo
en un movimiento coqueto, pero infalible.
Alguna vez creo que te dije 
lo preciosa que estabas cuando hacías eso.
Nunca dejes de hacerlo, cariño.

Y nada,
que voy a pillar un poco más de cerveza
y que te quise, joder, te quise.
Eternamente tuyo, Philosophia.


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