lunes, 27 de agosto de 2012

Pum.

El amor ni se hace si se deshace
sólo se disfruta.
Creo que me entenderás.
Quiero decir que hay que saber degustar
el roce de dos cuerpos hechos uno
la frenética mirada de una corrida anticipada
el canibalismo de devorarse por dentro
las ganas de que no llegue el día siguiente.
Eso, todo eso.

Y ya sabes, 
quizás te acuerdes de cuando ser feliz molaba
y cuando nos comíamos el alma a bocados
y la vida nos destrozaba a disgustos
pero siempre estábamos juntos
con ese paraguas que nos salvó de tantos temporales
aunque no supiéramos ni quisiéramos ver el más gordo de todos.
Ese que desmanteló nuestra cama y lo que sigue,
por el que continuamos enfrentados contra nosotros mismos
en esta puta guerra sin cuartel ni trinchera.
Joder, que todavía te echo de menos.

Llevo varios días practicando cómo pegarme un tiro en la cabeza.
Sin que salpique, quiero decir.
Ya tengo el arma cargada
y casi no lloro cuando la quito el seguro.
Imagínate cómo quedaré todo esto cuando dispare.
Lo voy a llenar todo de sangre.
Y de poesía.

Ninguno de mis poemas valen una mierda, pero te los quedo como herencia.

Cuando oigas un "pum", por favor, no mires atrás.
No mires como me engaño a mi mismo y a mis circunstancias
que ya casi no son mías aunque ni piense en ello.

Y nada, que mientras limpio un poco el gatillo
y recojo el paracaídas de los reproches hacia mi persona
para no arrepentirme cuando salte por fin al vacío,
intentaré controlar mi esquizofrenia crónica.
Aunque esté dispuesto a llevarla al extremo.
Y que siempre te he querido, cariño.
Eternamente tuyo, Philosophia.

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