jueves, 23 de agosto de 2012

Game over.

Las manos manchadas de heridas ajenas
los lapiceros desgastados por el insomnio
los arrepentimientos y sus piernas dobladas
los inicios improvisados y sus
"esta vez saldrá bien, lo juro"
la desconfianza natural de las oportunidades
y su inexorable camino plagado de trampas.
Dudo de mí y de mi supervivencia 
y por eso dibujo SOS con el humo del peta
esperando que algún naufrago de ilusiones
me vea y me haga un sitio en su soledad.

No ocupo mucho espacio, apenas hago ruido.

La noche bohemia y su llegar a casa a las 6 de la mañana 
preguntándote si llegaste tarde o demasiado pronto.

Qué más da cuándo llegue, si no es contigo.

Beber por rutina más que por necesidad
y cargar de alabastro todas tus pesadillas
pensando que así quizás duermas mejor.

Alimento con mentiras las excusas que un día te dije
para hacerlas explotar contra el suelo de mi piso.

Espero el día en el que por fin resucite
y como en un juego me devuelvan las otras seis vidas
pero en este comecocos tú eres el monstruo final
y ya sabes que siempre se me dio fatal cabalgar en tu espalda
driblar tus pechos y marcarte un gol.
Por eso en la pantalla del ordenador 
aparecen otra vez esas dos putas letras:
Game over.
Eternamente tuyo, Philosophia.  

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