Las palabras que nunca te supe decir
aunque siempre quise hacerlo
se descojonan de la cara de tonto
que acabo de poner
porque he oído un ruido en casa
y he corrido hacia la habitación
imaginando que fueses tú
y rezando porque estés tumbada
en la cama
tan manchada de orgullo como siempre
y otro día más sin hacer.
Sólo había sido un puto buitre
que ha venido a preguntarme
cuánto tiempo más pienso estar
engañando a un destino que ya
me ha dado la espalda.
Y yo me he cabreado conmigo mismo
y por no lamerme el alma
le he atizado un "lárgate"
y un "que te jodan"
que me han sorprendido hasta a mi.
No te haces una idea
de lo majestuosos que pueden ser
estos animales
en una habitación tan menguante
como tú
abierta a la vida.
Y me vuelvo a encender otro cigarro
más por costumbre que por ganas.
Eternamente tuyo, Philosophia.
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