En los cartuchos que aún le quedan a la madrugada
el flexo encendido anuncia su insomnio y su falta de inspiración
mientras el folio en blanco dictamina su derrota.
Acongojado ante un mañana que le escupe en la cara
y se ríe de su soledad, y de su cara de tonto, y de su vida...
le tiemblan las manos de pensar que llega otro día y con él
la amenaza de un progreso que pasó de largo por su puerta.
Pide a las cuatro esquinas de su habitación un cambio
pero no sabrá qué contestar si le preguntas qué quiere
por eso no te extrañes si no te mira cuando pases a su lado
ni cuando no te devuelva la sonrisa en la cola del super
ni cuando no conteste cuando le pides un cigarro.
Quizás te hable de intentos y de oportunidades
o quizás de indicios y premoniciones
pero entre la simbología arcaica de su descalabrada mente
rescata la imagen de su culo saliendo por la puerta.
Y se cagará en todo, pero no en todos.
Lleva meses buscando entre el desastre que es ahora su vida
esas cartas que la escribía, jugando a ser Becquer
pero sólo ha encontrado su cubo de rubik
y sin hacer.
Y todas esas palabras que ella le dijo un segundo antes de salir
le rebotan en la cara como un boomerang sin remite.
Se excusará diciendo que con cervezas y tabaco
y con ese aliño con el que perfuma sus cigarros
la vida quizás tenga otro color distinto al de su recuerdo.
Eternamente tuyo, Philosophia.
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