domingo, 12 de febrero de 2012

Nada fácil.

Sonríes. Y lo haces pensando
que ese gesto puede hacerte feliz.


Como si fuese así de fácil...


Como queriéndote convencer
de una serie de oportunidades
que se te presentarán una y otra vez 
delante de tus narices
en un bucle del que es mejor no entrar
a no salir


pero borraste tus huellas
del camino curvilíneo de su espalda.


Y me temo que para siempre.


Mientras tanto apagas el piti
y te invade la sensación 
de que te has olvidado de algo
o de alguien.


Buscas en los bolsillos del pantalón


pero ahí no hay nada.


Hace mil vidas que no hay nada.


Ves pasar un avión por el rojo del cielo
y pides un deseo 
imaginando una estrella fugaz.
En un gesto alcohólico-evolutivo
vuelves a mirarte en los bolsillos.


Como si fuese así de fácil...


Si. 


Que ya sé que cuando ella estaba
las horas del reloj eran cuentos


y el vacío existencial de la vida
y de los bolsillos del pantalón
algo de lo que poder reírse


y los barrotes de latón
que cercaban el coto privado de caza
en el que tenía lugar vuestra guerra
eran lazos con los que atarte a la vida


y las facturas a pagar con su nombre
una excusa más para dormir agarrado a sus caderas.


Pero es que hoy te has vuelto a mirar al espejo.
Y ya no es tan fácil.
Eternamente tuyo, Philosophia.



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