Sonríes. Y lo haces pensando
que ese gesto puede hacerte feliz.
Como si fuese así de fácil...
Como queriéndote convencer
de una serie de oportunidades
que se te presentarán una y otra vez
delante de tus narices
en un bucle del que es mejor no entrar
a no salir
pero borraste tus huellas
del camino curvilíneo de su espalda.
Y me temo que para siempre.
Mientras tanto apagas el piti
y te invade la sensación
de que te has olvidado de algo
o de alguien.
Buscas en los bolsillos del pantalón
pero ahí no hay nada.
Hace mil vidas que no hay nada.
Ves pasar un avión por el rojo del cielo
y pides un deseo
imaginando una estrella fugaz.
En un gesto alcohólico-evolutivo
vuelves a mirarte en los bolsillos.
Como si fuese así de fácil...
Si.
Que ya sé que cuando ella estaba
las horas del reloj eran cuentos
y el vacío existencial de la vida
y de los bolsillos del pantalón
algo de lo que poder reírse
y los barrotes de latón
que cercaban el coto privado de caza
en el que tenía lugar vuestra guerra
eran lazos con los que atarte a la vida
y las facturas a pagar con su nombre
una excusa más para dormir agarrado a sus caderas.
Pero es que hoy te has vuelto a mirar al espejo.
Y ya no es tan fácil.
Eternamente tuyo, Philosophia.
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