domingo, 12 de febrero de 2012

No hay cambio. No hay progreso.

Quisimos cambio
pero lo dejamos para otro día.


Y ahora nos han domesticado
ante la indiferencia burguesa
de la adaptación al progreso.


Somos animales de compañía
y trabajos forzados
atados al yugo capitalista
del mediocre futuro fascista


mientras el socialismo 
escupe sobre la producción.


Nos conceden el único derecho
de lamernos las heridas
para acallar las voces que gritan.


Aunque duela.


Y cuando todo esto explote
y seguramente en sus putas caras
huiremos con el rabo entre las piernas


y el trono está vacante


y el poder cambia de manos
o de zarpas.
Eternamente tuyo, Philosophia.



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