Perdona que te lo vuelva a decir
pero hoy he tenido que alimentar
mis dudas y mi insomnio
con alguna dosis de pornografía y cerveza
porque se me ha acabado el tabaco
y tengo miedo de las madrugadas
y de recibirlas sin fumar.
Porque pienso demasiado.
He tratado, como me dijiste,
de pensar más allá de mi mismo.
Y me he mareado. Y he vomitado.
Si vieras cómo he dejado la habitación
llena de soledad e impotencia
y el vómito que refleja
el cadáver del que fui...
seguro que te pondrías hecha un basilisco.
Y tengo que decirte, que aún así estás preciosa.
Quizás la próxima vez que me toques
(si es que todavía piensas en ello)
puedas notar la insólita frialdad de mis manos
o la inmutabilidad de mi mirada
o la sobriedad de mi respuesta
o la ausencia de cariño.
Pero es que es tan poco lo que sobrevive
de aquel todo que un día fuimos
que las noche en vela rodeado de folios
y las citas con la pornografía echándote de menos
han impermeabilizado mi cerebro
y salgo tanto y tantas veces de mi mismo
que veo mi cuerpo desde el techo
e incluso intento escupirlo.
Hace demasiado tiempo que odio
lo que veo cada mañana en el espejo
y me he cabreado
y le he roto.
Si vieras cómo lo he puesto todo
del rojo sangre de mi improvisación...
te pondrías hecha un basilisco
y aún así, estás preciosa...
No dejes que ningún temporal
ni ningún infeliz como yo
te cambie la cara, nena.
Eternamente tuyo, Philosophia.
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