jueves, 17 de mayo de 2012

Escribo, y el resto no importa.

Se cargan la envidia a los hombros
y me dicen que por qué escribo
ahora,
que son malos tiempos para la lírica.

Me preguntan por qué lo hago y se ríen,
después veo como juegan con su futuro
y estalla contra las alcantarillas.
Su futuro.

Paran el engranaje del mundo,
que ya por si mismo está atrofiado 
y llaman la atención
para burlarse de mi.

No se apean del caballo sin crines
y me dicen que por qué escribo
mirándome,
como quien mira a un leproso
o a un condenado a muerte.
Me miran, y me río.

Me río de ellos y de su ignorancia
que a su espalda me mira
y también se burla.

Y es que al fin y al cabo
es la escritura la que me salva
de este huracán de malos augurios
de hipotecas
de rescates
de cadenas...
Eternamente tuyo, Philosophia.

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