jueves, 3 de mayo de 2012

Y nosotros sonreímos.

Parece mentira, pero es verdad. Es verdad, pero parece mentira. En el resto de países europeos nuestros compañeros explotados se parten la cara por lo que es suyo, por sus derechos. Y mientras nosotros nos conformamos con convocar una huelga que de general tiene el nombre. Nos quejamos de lo mal que nos van las cosas en el bar con los amigotes, y agachamos la cabeza cuando por ahí aparece el jefe. Reivindicamos cambios pero no movemos un dedo.
Nos extorsionan, y nosotros sonreímos.
Es posible, sólo posible, que quizás un día exijamos nuestros derechos y nos darán una pequeña dosis de libertad para quitarnos momentáneamente el mono. Y nos sabrá a poco, pero nos conformaremos como siempre nos conformamos con ser gobernados por el primero de los cerditos que nos prometa una economía a prueba de soplidos. Pero es que estos cerditos disfrazados con corbatas se han revolcado demasiadas veces en el barro de la corrupción. Y esos soplidos que antes nos prometieron dar juntos para derribar las superestructuras económicas que nos atan, ahora los dan por su cuenta, y con ellos nos arrastran a un huracán de hipotecas, intereses, desahucios, rescates...
Nos empujan, y nosotros  sonreímos.
Y con todo esto el más listo de la clase (católica, seguramente) levantará la mano (derecha, seguramente) y pedirá al profesor permiso para abandonar este barco llamado España, que se acerca sin remedio hacia un iceberg llamado fracaso. Y el profesor le dirá que ya no se puede bajar de este barco porque ya no existe tal barco; ahora está formada por una tropa de barcos que dan vueltas sin rumbo entre los yates del resto de países europeos. Les pediremos un rescate pero el sonido de las monedas no les permitirán oír nuestras súplicas. Y será entonces, cuando cuatro o cinco de estos barcos se agrupen para pescar a algún pez gordo, cuando se nos preste un poco de atención. Pero será demasiado tarde...
Nos ahogan, y nosotros sonreímos.

La involución hacia el pasado está más cerca de lo que nosotros nos pensamos, pobres imbéciles...
Si tenemos que revolucionarnos nos revolucionamos, porque son nuestros derechos y los de nuestros hijos los que están en juego. Y la próxima vez que vayas a acampar a Sol y te hablen de extremo izquierdismo agarra fuerte tu lapicero y lánzate a la guerra.
¡Qué extrema izquierda ni qué cojones! Somos personas cansadas de tragarnos la mierda de los demás.
Eternamente tuyo, Philosophia.

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