Dicen que si agudizas bien el oído, puedes escuchar el ruido metalizado de las tijeras de Mariano al cortar la cabeza de turco de la educación, y después un golpe sordo, al caer sobre la mesa de los bancos, esos grandes desconocidos. Creo que el trato es libertad total de acción a cambio de billetes, o algo así.
Dicen que esas tijeras que tiene Mariano son de un material tan corrosivo, que pueden disolver huelgas y manifestaciones, con el simple hecho de sacarlas a pasear. Los mal llamados perroflautas huyen cuando Mariano impone su ley y se descojona de ellos, pero lo que él todavía no sabe, es que corren para coger más impulso. Y que van a por sus tijeras.
Cuando llegó al gobierno Mariano prometió tener a sus tijeras bien guardaditas en el cajón de los quizás, cerca del botón rojo, pero su poder es tan grande que se vio obligado a sacarlas, a pasear. "Sólo un poco", decía al principio, pero ahora ya no puede parar. Algunos afirman que ya se está dejando bigote...
También cuenta la leyenda, que un grupo de hombres, sin la necesidad de ir armados, podrán doblegar a las tijeras de Mariano, y establecer un reinado de paz. Mariano conoce de esta leyenda, por eso mantiene a este grupo de hombres encerrados bajo llave. Pero estos salvadores, que no portan escopetas sino bolígrafos, han destruido esa celda de hipotecas e intereses, han saltado la valla de los despidos, han esquivado a los perros de prensa, han pasado de todos esos "onces-emes" y se han plantado delante del cajón donde duermen las tijeras.
El final de la historia está aún por escribir, pero en nuestra mano está convertirla en un final feliz, o permitir que Mariano y sus compinches coman perdices, y a nosotros nos queden las sobras.
Eternamente tuyo, Philosophia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario