No temas poeta, aún queda destino más allá del corazón y el alma de los hombres. Muchos ardieron en la hoguera pero de otras galaxias llegarán guerreros que estarán dispuestos a luchar por un trozo de cielo. En cada esquina artistas urbanos con la capucha puesta y moviendo la cabeza afilan lapiceros para hacer frente al tiempo con el colosal trabajo de miles de eruditos unidos bajo el mandato a la libertad.
No decaigas poeta, no fue en vano tu sufrida existencia. De los vestigios de tus poemas se alimentan hombres que todavía están rodeados de suficiente soledad y melancolía como para hacer que esta movida resurja de sus cenizas. De la mano de escritores ambiguos forjados en tiempos fatuos se eregirán estandartes y de habitaciones sin ventanas seguirán naciendo juramentos de algún desdichado ladrón de versos.
No lamentes poeta, de los ríos de tinta derramados en tu sacrificio mamarán arquitectos de parrafadas que derribarán este valle de lágrimas y harán florecer vida en este pasto de silencio. La delicada esencia que acoge a los que creemos en la poética iluminará esta calle oscura y el subconsciente de miles de personas entonará las líneas de tu inesperado adiós.
No te aflijas poeta, el porvenir de esta puta oscuridad será el origen y zenit de una luz que cegará a los malintencionados. Qudarán sucumbidos entre los escombros de una tumba de licor y oro. Ángeles de un Dios imperfecto elevarán sus plegarias al cielo en forma de palomas y tu trabajo se hará eterno, poeta.
Eternamente tuyo, Philosophia.
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