Calentaré la cama vacía
para que tú puedas dormir sin ropa
mientras yo leo
todas las aristas de tu cuerpo.
Separaré todo lo que de
(o lo que aguantes)
tus piernas,
mientras la I sin punto
de mis pantalones
amenaza el núcleo de tu instintos.
Jugarán al escondite
mi boca y tus pezones,
mientras respiro fuerte a tu lado
para que mi agitada respiración
(por eso de que fumo demasiado)
haga relevos en tus labios.
Descenderé por ese valle
que es tu cuerpo a la luz de una vela
hasta llegar a tu parque
de ingles y piernas.
Me perderé en un baile de saliva
realizando una espiral
alrededor de tu corona de espinas
y meteré la lengua
para después volver a sacarla,
y viceversa.
Nunca fui un intruso
y por eso prometo no acariciar
ningún sitio en el que mi lengua
no sea bien recibida,
si acaso queda alguno.
Amarrado por la pasión
de dos cuerpos
que se sienten uno,
subiré tus piernas
hasta el zenit de tu mirada
para disfrutar del arte;
el arte de un cielo estrellado
que se dibuja en lo más
recóndito de tu coño.
Me encederé.
Y te encenderás.
Y con la punta de lanza
que se dibuja en mis partes
culminaremos esto que llaman éxtasis
hasta que acabe
(o acabes).
Aráñame si quieres
incluso te dejo que me estragunles
pero déjame estar un ratito más
dentro de este infierno de sudor
y flujos vaginales.
Eternamente tuyo, Philosophia.
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