domingo, 11 de diciembre de 2011

Perro callejero.

Lanzando blasfemias
contra la cara oculta de la Luna
me acordé de ti.
No se si fue melancolía
efecto del alcohol
que se pierde por mi cuerpo
o estas putas ganas de vivir.
Tú y tu vida entre contenedores;
la sociedad te tachó de perro callejero
pero sabías de sobra
que acabarías volando muy por encima de ellos.
Los niños pensaban
que podías ver a las hadas
porque te pasabas las tardes hablando solo.
La bondad que reflejaba tu sonrisa
empapa hoy mis aires de grandeza
y tu puta alegría resbala a mi lado.
Tu alma atormentada comenzó a desvariar
y cajeros y cartones fueron espectadores
de la esquizofrenia social de un libertino.
El tabaco y otras drogas desgastaron tu garganta
mientras que tus principios no fueron
sacudidos por la lluvia,
y ahora gritas al cielo con un cante jondo
que no entiendes la traición
a la que fuiste sometido.
Hace tiempo que no te veo amigo,
pero se que seguirás como siempre
en el abismo de tu propio infierno
de aceras y charcos,
con tu coloquio de eterno escarnio.
Nunca te preguntaste quién eres
por eso transmites tanta paz
y el odio que profanabas
hacia esos hombres con disfraz
alimenta mi furia paranoica.
Eternamente tuyo, Philosophia.

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