Lanzando blasfemias
contra la cara oculta de la Luna
me acordé de ti.
No se si fue melancolía
efecto del alcohol
que se pierde por mi cuerpo
o estas putas ganas de vivir.
Tú y tu vida entre contenedores;
la sociedad te tachó de perro callejero
pero sabías de sobra
que acabarías volando muy por encima de ellos.
Los niños pensaban
que podías ver a las hadas
porque te pasabas las tardes hablando solo.
La bondad que reflejaba tu sonrisa
empapa hoy mis aires de grandeza
y tu puta alegría resbala a mi lado.
Tu alma atormentada comenzó a desvariar
y cajeros y cartones fueron espectadores
de la esquizofrenia social de un libertino.
El tabaco y otras drogas desgastaron tu garganta
mientras que tus principios no fueron
sacudidos por la lluvia,
y ahora gritas al cielo con un cante jondo
que no entiendes la traición
a la que fuiste sometido.
Hace tiempo que no te veo amigo,
pero se que seguirás como siempre
en el abismo de tu propio infierno
de aceras y charcos,
con tu coloquio de eterno escarnio.
Nunca te preguntaste quién eres
por eso transmites tanta paz
y el odio que profanabas
hacia esos hombres con disfraz
alimenta mi furia paranoica.
Eternamente tuyo, Philosophia.
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