viernes, 9 de marzo de 2012

Confieso que he bebido.

El insomnio vuelve a por mi
como un cazador incansable
que busca una presa derrotada.
Y yo estoy solo en casa,
descorchando la última botella de champán
antes de que se ponga mala.
O me ponga yo.


Entro a hurtadillas
en la lámpara de algún genio
que llegue a casa más tarde de las 6
y a poder ser borracho
(casi todos)


y pido un deseo
y se me hace eterno
y me declaro ateo
de mis propios personajes.


He sido desterrado
al mundo de los poetas de mierda
que fuman tabaco de liar
y beben cerveza en lata.
No está nada mal
porque hay musas de todas las razas
pero los garitos
cierran a las 3.


Veo barrotes pero no se
si estoy dentro o fuera
y me enfado
pero me aguanto
porque no hay nadie a quien gritar.


Y me bebo otra cerveza.


Y ahora
ya no tengo más ganas
de nadar en este mar de asfalto.


Y ahora
ya no quedan lugares que profanar
con mi desarmado caminar de artista errante.


Y ahora
ya no quedan reyes que destronar.


Y ahora
no hay princesas que desvirgar con un buen poema.


Y ahora
que apenas ya me haces caso
te confieso, 
que he bebido.
Eternamente tuyo, Philosophia.

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