Sólo sé dejar estos poemas
en el hilo del tanga de la vida.
Y por un momento,
te juro que lo conseguí.
Esos poemas que alguna vez
escribí para ti
y otras para olvidarte
me miran desde
la bidimensionalidad de su espíritu
(porque lo tienen)
y se descojonan de mi
porque he vuelto a vomitar
y creo que ya no puedo
echarle la culpa al alcohol.
Nunca debí echársela.
Perdona que haya intentado
hacerte vestidos con estrofas
cuando ni siquiera conseguí
hacértelos con saliva.
No están a la altura de tus tacones.
Y ya sé que nadie está a tu altura.
Y ya sé que te prefiero desnuda.
Pero, en algunas ocasiones,
he llegado a envidiarlos.
A mis poemas.
Aunque no te lo creas.
Eternamente tuyo, Philosophia.
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