Me prometiste
que cuando estuviéramos juntos
cientos de mariposas
revolotearían a nuestro alrededor.
Miro hacia mi izquierda
y veo el minutero del reloj
riéndose en mi cara
porque hace ya
más de dos mil vueltas
que tú no apareces
por la puerta del piso
y no he dejado de beber
desde entonces.
Miro hacia mi derecha
evitando no estampanar mi nariz
contra el gotelé de la pared
y sólo veo un buitre malhumorado
que espera a darme caza.
Y yo mismo
tengo ganas de devorarme
y no dejar nada para mañana
y no saber así
que aún no has vuelto.
Será que soy un carroñero
que busca una presa fácil
que llevarse a la boca
a falta de tu coño
y que no sale de caza
porque le parece
un término tan ambiguo
como un "para siempre".
Eternamente tuyo, Philosophia.
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