Me duele la cabeza
de matar resacas
a base de cerveza
y escribir poesía
de forma barata.
Me duelen los huevos
de deshojar claveles
porque las margaritas
me imponen mucho respeto
y muchas ganas de devorarme.
O devorarte.
Me duelen las manos
de echarte de menos
y matar mi soledad
a punta de erección.
Me duele la vida
de esperar anclado en
una barra de bar
rezando a un Dios sordo
porque sea tu culo
el que cruce esa puerta
y que por casualidad
me digas que me echaste en falta.
Todo esto desnuda,
a poder ser.
Me duelen los bolsillos
de sentir tanto vacío
y duermo con miedo
de no llegar a final del sueño
como tampoco llego a final de mes.
Me duelen las ganas
que tengo de verte
y desgarrarte las bragas
y decirte al oído
que nunca he sido tan animal
como lo fui contigo.
Me duele la muerte
que se me presenta
tan a destiempo
encarnada
y encaramada
a un canuto poco cargado
y un polvo poco disfrutado
(aunque un polvo es un polvo).
Me dueles
cuando sueltas ese típico
"me tengo que marchar"
y suele coincidir
con los anuncios.
Por eso nunca veo la tele.
Eternamente tuyo, Philosophia.
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